Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?

Desde muy pequeño sentía cierta curiosidad por la vocación sacerdotal, mi entonces párroco, el Padre José Luis Guzmán Robledo (QEPD) era  un hombre muy inteligente, estricto y amable, y eso me llamaba la atención.

Estudié en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL, descartando yo totalmente el sacerdocio como una opción de vida, pero Dios no quitó el dedo del renglón, habría de traerme de regreso más delante.

Tiempo después, ya trabajando en una oficina, mi patrón me dice “oiga licenciado, ¿por qué usted no es sacerdote?” Mi única respuesta fue “¡porque trabajo para usted!”. Y fue ahí donde comenzó nueva y extrañamente a rondar esa pregunta en mi cabeza: ¿Por qué no? Casualmente descubrí que el Centro Vocacional estaba a 3 cuadras de mi trabajo, así que un día me aventuré a ir y pedir informes. Ahí conocí al Padre Miguel Espinoza, y comencé a hacer el Proceso Vocacional, a ir a misa todos los días, a confesarme con mayor regularidad, y a preguntarle a Dios con toda seriedad qué es lo que quería de mí.

Un día por la tarde, en Misa, el sacerdote leyó en el evangelio el texto en que Jesús camina sobre las aguas y Pedro intenta seguir los pasos de Jesús, pero al sentir el oleaje del mar y los fuertes vientos, sintió miedo hundirse y clama al Señor “sálvame”, y éste le dice “hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” Esas palabras resonaron con fuerza en mi corazón, y no se apartaron de mis oídos, pues yo sentía ser aquel discípulo que, entre dudas, sus propias inseguridades, y el oleaje de pensamientos e incertidumbres, no confiaba en que verdaderamente Jesús le llamaba a seguirlo, y que para creer en Él y en su llamado, tristemente necesitaba yo “caminar sobre el agua”.

“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? me sacudió el corazón porque me hacía ver que la fe no debe requerir pruebas o señales. No obstante, lo asombroso de eso es que, “Jesús caminando sobre las aguas” no era el evangelio que correspondía a leerse en aquel día, tal vez fue un error del sacristán al preparar el leccionario, no lo sé, de lo que sí estoy seguro es que ese día yo estaba ahí escuchando a Dios quien fue claro conmigo, y a partir de ahí, comencé una empresa que hoy en día sigo trabajando en mi, confiar plenamente en el Señor, en su Palabra, y decidí darme la oportunidad de dejarme llevar por el Señor, confiar y caminar sobre el agua de su mano; permitirle transformar mi corazón de roca, en uno de carne…y aquí sigo 8 años después.

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