Me llamo Yéssica y tengo 26 años. Hace un 1 año y meses empecé mi camino al Reino de Dios.  Antes de ello, era una mujer vacía, buscaba el amor en personas equivocadas.

Mi familia estaba separada, mis padres peleaban todo el tiempo y mi hermana y yo también. Además,  nos empezó a ir muy mal en los negocios,  hasta fuimos con una señora que nos ayudaría con “magia blanca”.

Tiempo después, mi madre cayó en cama por dolor lumbar, y yo sufro un paro respiratorio, literalmente morí durante 15 minutos. Estuve en coma 3 días y los diagnósticos no eran favorables, no me daban esperanza de vida, y si vivía, quedaría con graves secuelas.

Pero hubo un joven doctor que habló con mi madre y le dijo que tuviera fe, que la última decisión la tiene el de arriba, y que no hay cosa más fuerte que la oración de una madre.

Mi madre se arrodilló a hacer oración y le dijo a Dios: “Señor te ofrezco este dolor. Te entrego a mi hija. Te pido perdón por todas las veces que te ofendí, y acepto tu voluntad. Tú sabes lo que es mejor para nosotros, es tuya Señor, hágase tu voluntad”.

Al siguiente día  despierto, y para sorpresa de los doctores, no había secuela alguna. Desde que desperté ya no era la misma. Regresé con una paz y felicidad inmensa. Saliendo del hospital, fui a dar gracias a una iglesia.

Recuerdo que la primera Hora Santa a la que asistí, fue en la parroquia Santa Cruz. Decidí ir a misa en esa misma Iglesia, y me inscribí al coro.

Varias personas me hablaron del proceso vocacional, y  mi corazón se aceleró, se emocionó. He aprendido a orar más, a volver a crear ese enlace con Dios. Todas las hermanas son super amables, puedes platicarles tus dudad; es un grupo muy padre, todas las chicas nos llevamos bien y nos apoyamos mutuamente.

Ahora quiero servirle en cuerpo y alma el Señor, porque lo he visto, lo he sentido y vi su gran misericordia en mi y mi familia.

Ahora mi familia está unida de nuevo, pero lo más importante ya lo tenemos, a Jesús dentro de nuestra familia.

Yessica Mata